Estaba frente al Paraná, el Monumento a la Bandera se elevaba desde
su proa, abriendo la nave de la ciudad. Rosario condensa tanta historia,
nacional y personal. En esa tierra confluyen improntas que hacen a mi
identidad. La primera bandera, el primer símbolo que sellaba un deseo plasmado
en lucha, sangre, inteligencia, fortaleza. Belgrano con su genio y su bravía
“desobediencia”, desde aquellas costas nos abrió un camino de conquista, de
apropiación del Ser. Todo ser se encuentra inserto en un ser colectivo; más
allá de los límites de la existencia propia está “lo otro”, y en gran medida,
ese otro es también lo propio, en tanto es
lo nuestro.
Ayer, respirando Rosario, imaginaba cómo sería una charla de
Belgrano, o San Martín, o Moreno, con nuestros políticos actuales. Cómo
analizarían ellos hoy la línea de tiempo que une aquellos aguerridos pasos
fundacionales a éstos, los que hoy nos hamacan en una compleja realidad (no
menor a la de entonces). ¿Qué nos dirían los hombres y mujeres de aquel pueblo
naciente a los ciudadanos de hoy?
Lo primero que imagino, es que aquellos tenían más capacidad de
diálogo que nosotros, más entrega a la causa colectiva de ser libres, y
–sobretodo- mayor compromiso.
El individualismo nos devora, y no es metáfora, nos fagocitamos y
nos reinventamos en discursos vacíos y arengas deshonestas que nos manipulan
hacia la Nada. Y…
allá vamos ¿adónde? Ese tendría que ser el eje de la conversación que fantaseo,
en un encuentro entre nuestro pasado y nuestro presente. Tal vez, la gran diferencia
(sin idealizaciones tontas), consiste en que en el pasado histórico diseñaban
el presente con miras al futuro. Hoy, el presente es el soberano, y el futuro
se reduce a meros enunciados.
Nos rige lo urgente, corremos tras la emergencia, y el horizonte no
sabemos si está lejos o cerca, porque no lo buscamos. Nos perdemos en la
inmediatez de las múltiples pantallas y en la noticia diaria. Lo anecdótico se
vuelve centro, mientras lo esencial continúa esperando.
La palabra que “me” ronda es DIGNIDAD… Los laureles que “supieron”
conseguir… están en nuestras manos.