Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

sábado, 31 de marzo de 2012

Otra vuelta

Sobre una plataforma
giraban las fantasías.
Aviones sin motor
se elevaban al cielo.
Carretas sin caballo
cruzaban los caminos.
Barcos sin agua
navegaban  los mares.
Todos rodando...
Se chocaban las ilusiones,
se empujaban las risas,
Hilos azules y plateados
impulsaban la vuelta de la Calesita.
Niños con la mirada entera,
las manos nuevas,
y el corazón de fiesta.
Sortijas y sorpresas,
cada vuelta un estreno,
cada partida una promesa.

El abismo de la palabra

El sol comenzaba a alejarse.
Te veía sufrir.
¡Cuánto duele el dolor de los que amamos!
Veía tus lágrimas,
escuchaba tu desconsuelo,
sentía tu alma lastimada.
Buscaba el gesto y la palabra,
que le pusieran tregua 
                                 a la tempestad.


No pude más que abrazarte
con el cuerpo,
                      desde las entrañas.
¡Cuánto duele el dolor de los que amamos!
Quiero tu Bien
                      más que a mi vida.
Aguardo tu Paz
                      más que a mi agua.
¡Cuánto duele el dolor de los que amamos!

Poder "espiar"en la sensibilidad de un Maestro es un hecho fascinante. Conocer sus rasgos más humanos y mundanos, pareciera acercarnos a una familiaridad que gratifica. 
Hay personas que modificaron el rumbo de la vida, en alguna medida. Freud abrió una puerta vedada, en un momento histórico sumamente hostil. Fue capaz de brindar-se sin mezquindades intelectuales, se expuso personal y profesionalmente, siendo fiel a sus convicciones tanto como a sus sospechas. Este último aspecto
-creo- que impulsó con una fuerza arrolladora sus acciones.
El abrir su mirada y percepción a aquello que circunda al mundo de la lógica establecida, implica el hallazgo de un camino de auténtico desarrollo y crecimiento.  

miércoles, 28 de marzo de 2012

Coplita de aquí

Hoy abrí los ojos bien grandes, y me maravillé de la abundancia. 
Los cerré bien apretados y me estremecí en tus brazos.
Quiero quedarme aquí, no importa cuánto haya por allí. 

Curvas del camino

Se  alejó silenciosamente,
agudizó la armonía de su paso 
con el sonido del rocío sobre el pasto.
Ya no buscaba un rumbo,
se entregaba a sus sentidos.
Recordó la última imagen urbana:
los pies y las ruedas a toda velocidad,
ciegos, solitarios, ajenos, ausentes.
Respiró y comenzó a desandar
lo sufrido, lo postergado,
                                      lo ignorado.
Era tiempo de presente y presencias.
Sentía calor en las manos, y 
urgencias en el alma.
Reconoció el mundo nuevamente,
se supo parte, y en un día cualquiera,
                                                        ¡¡recuperó la existencia!!

martes, 27 de marzo de 2012

Palabrería

Hay palabras
                     que florecen.
Palabras que marchitan.
Palabras que son perlas.
Palabras redondas,
                              azules
                                        y rosas.
Palabras amorfas,
                            negras
                                       y opacas.
Palabras que nacen.
Palabras que mueren.
Palabras que sangran.
Palabras que curan.
Palabras promesa.
Palabras condena.
Palabras blancas,
                           que se elevan.
Palabras verdes,
                           que se extienden.
Palabras sombra,
                           que se ocultan.
Palabras que abundan.
Palabras que faltan.
Palabras de agua.
Palabras de piedra.
Palabras que buscan.
Palabras que se ahuyentan.
Palabras
              palabras
                            palabras.
Palabraspalabraspalabraspalabras.

Salir al Ruedo

El torero agita el capote.
El toro se enciende.
El torero lo provoca,
                                lo enreda.
El toro arremete,
                          ciego y loco.


El torero se regocija.
El toro se desangra.
El torero planifica
                           su estocada.
El toro se enfurece.


Antes de la muerte,
                              torero y toro se miran.
El toro cae;
                 el torero muere.

lunes, 26 de marzo de 2012

Te busco, te tengo...

Coruña, te busco.
En la sangre,
en los sonidos,
en los aromas,
en la cocina,
en los relatos,
en el pasado, y 
                       en el presente.
Coruña, te llevo.
Coruña, te anhelo.
Coruña, te recuerdo.
Coruña, te adivino.
Coruña, te siento,
                           te tengo,
                                        ¡te quiero!

domingo, 25 de marzo de 2012

Voraz

Una pantera se me mete en el pecho,
extiende una voracidad en todo mi cuerpo;                              
se alzan las ganas de devorarme la vida.
Una brisa me impulsa,
un sonido me orienta,
la locura me envuelve,
                                 me invita,
                                                me regocija.
¡Pantera infinita!

Del ayer, para siempre.

Es como un arrullo que vuelve,
                                              me mece.
Son las voces de la infancia,
los aromas perdurables,
las miradas de confianza,
los rincones familiares,
los inventos y tesoros,
los anuncios repetidos:
a la mesa;
a hacer la tarea;
a guardar los juguetes;
a lavarse los dientes;
es hora de rezar;
y ahora, a dormir...
No se trata de recuerdos.
son compañías de cada día.
La vida me dejo crecer 
en abundancia de la buena,
entre mimos y palabras,
caricias y sorpresas,
ojos plenos de amor
y abrazos abrigados.
No se trata de recuerdos,
son las células que me constituyen,
me dan esencia y fuerza,
me hacen ver, y
me permiten ser. 



jueves, 22 de marzo de 2012

En el bolsillo

La huella dibujó la mentira.
La noche se opacó.
En el bolsillo halló
                           la hipocresía.


Le temblaban las manos.
no podía ensamblar las letras,
dudaba de la evidencia.


Su cuerpo le era extraño,
su historia se hacía ajena,
la confusión la asfixiaba.


En aquella carta
                        se le fugó la vida.

Paisaje "exótico"

Venden orquídeas en los caminos.
Se esconden.
Tienen prohibido el trabajo.
condenada la vida.
Ofrecen lo prohibido.
¡La selva está protegida!
                                Y ... ¿ellos?
La panza les ruge,
pero nadie escucha.
Venden orquídeas.
Amasan hambre,
                          saborean penas.
Se hacen paisaje.

Eco de susurros

Una caracola me habla,
alimenta mi locura,
me anima ...
Es rosada, y rara.
Guarda un secreto.
Viene de lejos,
tiene muchos años.
Conserva un eco
que me susurra,
usa lenguas romances,
me arrulla, me duerme.
Y en la mañana
                        me desafía.



Poeta del alma, de la lucha,
de la tierra, la sangre,
la vida y
             la esperanza.
A pesar de tanto penar,
             mantuvo la esperanza.
Le gastaron las fuerzas,
aniquilaron su juventud,
pero no pudieron
                          con sus alas.
El hambre y la pena
alimentaron su pluma.
Le arrebataron la voz,
le saquearon la dignidad,
enjaularon su potencia,
le devastaron la vida;
entonces se elevó
                           con su muerte.
Niño, joven, hombre,
esposo, padre, soldado,
"rojo"...
             en todo, ¡poeta!
Por siempre,
                   ¡poeta!


lunes, 19 de marzo de 2012

TALLER DE ESCRITURA TERAPÉUTICA: et

El jueves 29 de marzo a las 20 horas realizaré la presentación del Taller de ESCRITURA TERAPÉUTICA: et, en Devoto. 
Se trata de un espacio de acción y reflexión en torno a las palabras que nos habitan. Intentaremos bucear en ellas, sacarlas a la luz y hacerlas florecer.

                                                        "Cada realidad ignorada prepara su propia venganza"  Ortega y Gasset.

Descubriremos las conjunciones... et

Contacto: neira.psp@gmail.com

jueves, 15 de marzo de 2012

Más allá del balcón

Más allá del balcón


Bailan Romeo y Julieta.
Amor y tragedia,
sello atemporal,
trascendencia del arquetipo romántico.


Habitan todas las ciudades,
escoltan tantísimos amores,
nacen y mueren
                        en diálogos eternos.
Impregnan el aire 
                          de los ensueños.


En Verona,
en la tierra,
en el mar,
y en el cielo,
                   bailan, 
                             incansablemente,
                                                       Romeo y Julieta. 

Escena final

Escena final


Fue en una vereda.
Cayó la última palabra.
Rodó el parpadeo.
Llegó la luz de la mañana.
Se despidieron,
sin beso ni mirada.
Dos baldosas los separaban:
                                            un universo.
El siguiente paso,
los encontraría de espalda.
Se expandió la pena,
pero el amor,
                     estaba huido.





Aguas


Ayer calmo,
                   hoy bravo.
Mutante, arrollador,
¡potente!
              es este mar
en el que navego.
De la costa de acá 
a la de allá,
y de la de allá
a la de acá.
Me pasea, me mece,
me lleva...
Hacía allá voy,
acá ya no estoy:
de ayer, me fui,
a hoy, llegué.
En el Paseo de San Juan


Pendía de una farola
                               su historia.
Huyó con prisa,
                          sin despedida.
Se trepó a un tren,
                      luego a un barco.
Salvó el cuerpo,
                         su alma,
                                     jamás partió.


Ya anciano,
                  retornó.
La farola guardaba
                             el dolor.
Recuperó el aliento,
                              ya fatigado.
La costa le esperaba,
                                se entregó.
Los años transigidos,
                               le reprochaban.


La vida se detuvo,
                           volvía por la muerte,
                                                          la digna, la justa.
                                                                                   Y... Barcelona, lo abrazó.
Una y otra vez.


Aislada por un impulso,
retorno a la paz de mi soledad.
Esa tregua generosa
                               que aleja los ruidos,
                               sosiega la carrera:
                                                           menta, chocolate y té,
                                                            lavandas en mi mesa;
                                                            tras la ventana, el mundo.
De este lado: quietud...
¿Qué habrá de cierto en el reloj?
Suceden los días,
                          la luna los corona
                          y la vida, circula.


Mucho desconfío si el sentido
lo marca el reloj.
Adelante y atrás,
ayer, hoy y mañana
lucen sujetos a otra lógica;
esa que nos envuelve en enigmas,
nos naufraga y nos rescata,
nos enreda en los caprichos 
                                         de sus corrientes.


La mayor certeza
                          es la incertidumbre.
Tanto desconcierto
                          enciende la fascinación.
Sentimos una promesa activa,
vamos tras ella
                      pariendo fuerzas,
                      nos elevamos y nos caemos.
Continuamos, el camino empuja.
Tal vez, el tiempo es mentira,
mero invento,
hay un continuo más complejo,
una extensa red con leyes propias
que nos agita y nos confunde.


Puedo ver un poco más claro,
de tanto en tanto,
sobre el papel,
                      dibujo rutas
                                        y parafraseos.
Lejos del reloj hallo calma,
trazo mi juego y buceo
                                  en el placer de mi locura:
                                                                        lo que me hace ser en el decir.
Navegar varada

Un momento suspendido,
desprendido de la realidad,
ausente de todo juicio,
entregado a la deriva,
sintonizando la locura, permitiendo el sinsentido,
jugando a las escondidas.
                                        Fuga hacia la nada,
                                        crucigrama de ensueños,
                                        masa tierna sin meta
                                                                       ni apuro.
                                                                                     ¡Permiso endiablado!
                                                                                      la ilusión retorna,
                                                                                      y con ella, la trampa.
Deseario

Todos soñamos con geografías mágicas,
que nos garanticen la evasión ...
Remando y remando llegué
a una costa rocosa, hostil.
Comprendí que tamaña aspereza
sólo la naturaleza la doma.
De frutos...

Si el árbol es salvaje
sus frutos sólo adornan,
no pueden comerse,
porque no alimentan,
y porque dañan.
Es necesario para la supervivencia
distinguir el fruto noble.
La experiencia de Adán no es la propia,
vuelve uno a la incesante cadena
de hincar el diente en la manzana.
A veces nos deleita el azúcar,
otras nos asquea la hiel.

Ajedrez escondido

¿Quién sabe del azar?
¿Quién de la providencia?
¿Es un juego de escondidas?
¡A mí siempre me atrapan!
(Parecerían imantarse personas y circunstancias)
El asombro me desborda.
¿Seremos las piezas de un tablero
que algún par juega?
Si nos anticiparan a cada quien
nuestra identidad,
menos serían los tanteos y las pérdidas.
¿Blancas o negras?
¿peón? ¿alfil? ¿caballo? ¿torre? ¿reina? ¿rey?
Eterno jaque de escondites, presencias y ausencias.
Parir la alegría

Advierto un desorden que quiebra el histórico orden.
Bienvenido un poco de caos,
bendita incomodidad de lo distinto.
Voces nuevas traen viejos saberes.
Amanezco sorprendida en esta brisa,
camino con el más firme de mis pasos,
elijo la vuelta que me seduzca,
ya no pido permisos,
transito sin mirar la pisada.
El horizonte hace el marco,
aprendí que no puede ser meta.
La pena no se deja enterrar,
pero hallé tierra fértil
para la buena siembra.
Veo florecer la Alegría
y devoro su néctar.
¿LLora?

Las ramas del sauce arman guirnaldas,
muchas curvas dirigidas al suelo.
Hojas y hojas
                     que espejan al sol,
se mueven con tibieza,
imitan la música de la lluvia.
Te bautizaron llorón
                      ¿cuál será la pena?
Tu nombre no alcanza

Estaba terminando mi carta
en la orilla del río,
necesité mirar al cielo
y el viento tramposo -o sabio-,
convirtió en barrilete el papel.
Lo escrito no tenía destinatario,
que llevara tu nombre no alcanza.
La naturaleza, con sus arrebatos
ordena lo errado.
Te quedarás para siempre
con las bondades de tu lógica;
y guardaré para siempre un sinsentido.
Niño limpia-vidrios


Hubo una luna entera,
blanca, con caprichos de color plata.
Un cielo colmado de estrellas
y... a mucha distancia de ellas
unos pies pequeños, descalzos,
lastimados de andar sobre tanta piedra.
Se adentraba en la noche urbana,
dirigía su mirada -ya envejecida-
a vidrios que sólo lo espejaban.
Hilaba la frustración de la indiferencia,
no podía preguntarse;
si se entera se desmorona.
Aceptaba y perpetuaba una condena,
sin poder pensar-se.
¿Por qué no pueden sus ojos ver la luna?
¿Por qué no le dejan al niño soñar con las estrellas?
Si se entera se desmorona. 

lunes, 12 de marzo de 2012


Cicatrices


Hay  marcas que nos produce la vida, que son indicadores de pasos singulares… El cuerpo guarda siempre memoria de los hechos vividos. Pero también – a veces – nos expone con señales que indican que allí algo nos detuvo, nos demandó especial atención y   también nos marca que allí algo se superó, algo nos hizo crecer.
 Contemplo mis cicatrices con el bienestar que proporciona  el obstáculo superado, con el recuerdo latente del esfuerzo emprendido, con el retorno del sabor agridulce en el que confluyen el padecimiento y su superación.
Todos llevamos cicatrices en el cuerpo y en el alma, algunas se llevan con alegría y otras con desconsuelo. Pero todas ellas y cada una nos dan forma,  nos marcan o marcaron rumbos en los que siempre se aprende y se crece… se avanza luego inaugurando otro tramo del camino.
Bendigo el aprendizaje de mis “marcas”, acepto el padecimiento proporcionado, comprendiendo que algún sentido indicaba. Reconozco que han modelado mi marcha…




Sangre hostil.

Existe gente a la que no logra uno arrancarle una sonrisa ni por error. ¿Te ha sucedido alguna vez agotar tu creatividad y causar cansancio en los músculos del rostro para intentar hacer reír a alguien, que finalmente llega uno a la conclusión de que no ofrece señales de vida? O por lo menos de vida con sentido, porque – reconozcamos – que quien vive la vida sin alegría, habita una extraña dimensión que no es literalmente “la vida”. Tal vez se trate de un punto tangencial en el que la persona no se anima a “entrar” en el espacio de la vida misma. Cada uno de estos extraños seres tendrá sus razones para permanecer allí, en ubicación lateral. Quizás observando a otros, quizás deseando o hasta envidiando a esos otros que asumen el mágico riesgo de vivir, de hacer, también de equivocarse y de volver a intentar. Es cierto que no hay formas únicas para vivir, pero es “suicida” transitar la vida disfrazado de muerte.
Cuando uno se encuentra con alguna de esas personas ¿no se siente  deseo de sacudirlo? ¿de poner en circulación su sangre? ¿de “obligarlo” a girar una y otra vez para contemplar su rededor? Pero pareciera que viendo, no pueden ver, que oyendo no pueden escuchar, que oliendo no logran saborear. Dónde y por qué habrá quedado anclado en otro sitio que no es éste, cada uno de esos seres.


                                                       

A mi Padre:
Conocí Galicia a través de tus ojos. Desde pequeña tomé contacto con su cultura. Cantabas algunas canciones, contabas anécdotas.
Galicia era un sitio lejano, aún sintiéndolo tan cercano: estribillos  de canciones populares, anécdotas cargadas de geografías, silencios melancólicos de recuerdos, relatos sociales e históricos.
Me produce un encantamiento particular cuando narrás la caza de grillos que organizaban con tus amigos del barrio. La descripción de las jaulitas que cuidadosamente armaban, la clasificación de tales bichos, y la angustia cuando alguno se les escapaba.
He transitado por tus relatos infinitas veces, y sigo haciéndolo con la misma magia de siempre.
La vida y tu generosidad me dieron la dicha de conocer tu tierra de tu mano; era muy joven entonces y me adentré en aquel sitio con cierta timidez, con curiosidad y con prudencia.
Hace poco tiempo volví a Galicia y arremetí con toda la sed de la conciencia del origen. Los años me fueron donando algunos saberes, y este retorno estaba cargado de curiosidad, de preguntas precisas, de búsquedas, de anhelos.
La Torre de Hércules se me hizo mirador del mundo. Desde lo alto, desde lo lejos, desde lo andado, supe que una orilla marca  
-inevitablemente- un límite. Finisterre es un corte, ¿una grieta?
Como vos, ¡tantos! un día partieron de aquella costa, entregándose a una esperanza, buscando un nuevo rumbo. A medida que se avanza en la senda de la vida, se crea distancia con el punto de partida. Y en algún momento, de uno u otro modo, el agridulce sabor del destierro merodea.
Hoy estamos aquí reunidos quienes compartimos una añoranza, quienes gozamos de ese sentir gallego, quienes sabemos de la morriña, ¿cómo explicarla?
Lo que –personalmente- podría decir es que he aprendido de los gallegos a transformar la morriña en acción, la saudade en impulso. Esta sabiduría sencilla y profunda –tal vez- sea lo que los distingue en el mundo entero como personas de bien y de trabajo, que valoran la vida y la sencillez, que disfrutan del pan y del vino, y hacen honor a la alegría.
Quienes llevamos inscripto en la sangre este texto, contamos con una fortaleza para atravesar las tempestades.
Esta tierra fue y es bendecida con el hacer y el decir de muchos gallegos que aquí se aferraron.

Y para ellos éste homenaje:

Galicia, tierra de bueyes,
de barcas cargadas de peces,
un abanico de verdes
se hunde en el azul costero.
Criaste hombres y mujeres aguerridos.
Supiste del dolor y del hambre.
Madre generosa que soltaste
a tus hijos a andar sus caminos.
Quienes se fueron te atesoraron
en la mirada y en el latido.
Todo cuanto hicieron
llevó tu sello.
Tal vez, por ello
quienes somos sus retoños,
también te bendecimos,
te anhelamos y te amamos.
Galicia, tu tierra se extiende
y se hace mapa en América
como en España.
Tu historia se torna letra
en tantas bocas,
en tantas plumas,
que te celebran y
te dicen ¡Gracias!



REMAR-VIVIR


Remaba…torpemente, como todo aprendiz. Experimentaba el conocimiento del Remo: el desafío del agua, el esfuerzo del equilibrio, la necesaria coordinación sincronizada, el desconcierto de los obstáculos y la lucha con LA SOMBRA.
El remo exige avanzar de espaldas a la proa del bote y esto constituye un descubrimiento potente, revelador.
Necesitaría desarrollar los ojos de su espalda, esa espalda que tanto le costaba reconocer.
Alzar los remos al unísono, acariciar el agua con la fuerza exacta que permita el desplazamiento; demandaba poner en juego el cuerpo entero: las piernas son la usina, el tronco conecta los movimientos y direcciona el esfuerzo, los brazos arman el contacto preciso con el agua, el cuello se vuelve canal del impulso eléctrico, la cabeza registra, procesa y ordena todo el engranaje manteniendo su posición en el equilibrio del espacio.
No es posible girar bruscamente para mirar hacia dónde se avanza; ese adelante que se siente como atrás. Resulta difícil comprender que lo que está atrás es el porvenir, es hacia dónde nos dirigimos, aceptando que no lo vemos, que nuestra mirada se mantiene en lo ya transitado…
Se parece a caminar hacia atrás, se altera la brújula interna; y se le agrega la dificultad propia del agua, la sobre-exigencia de la coordinación minuciosa.
Sin embargo, la experiencia se torna gratificante, el desafío cobra un sabor fascinante, y cuando se avanza el placer se vuelve nutriente.
Remar luce tan parecido a vivir: hay que tomar lo visible para avanzar en lo invisible, hay que aprender a dominar la sombra, hay que escuchar la percepción y aguzar la coordinación, hay que sortear obstáculos sin detener la marcha, hay que soltar amarras, hay que entrar en el círculo del adelante y atrás. Tal vez, sea éste el punto de mayor estrechez entre la vida y el remo: abrirse paso con la vista proyectada en lo andado y la mirada puesta en un horizonte que sólo puede intuirse, no verse. No es cuestión de distancia, sino de reglas del juego.
Estas ideas la acompañaban en sus primeras vivencias en el bote, su instructor le transmitía las claves para adentrarse en la práctica; lo hacía con un tono suave y una actitud serena, como dando por descontado que ella podría dominar los escollos que iban a presentarse. Supo que en esa modalidad de enseñanza anidaba la posibilidad de asir algo de esta prueba que hoy la vida le entregaba. Entonces comprendió qué debía aprender: remar se volvía una necesidad de integrar su espalda, mirar a través de ella, ignorar los miedos y arremeterse en el río, donde la vida se vuelve tangible e ineludible. 





El poeta escribe lo que lee.


Hay un eco ambiguo
                                      de palabras
                                                            muchas.
Se hace nieve,
                          los copos se tocan,
se anuncian en cada superficie…

En las montañas,
en los techos de las casas,
en los hombros de los caminantes,
en los hocicos de los perros,
en la copa de los árboles,
en las veredas y las calles,
en los ríos, lagos y mares,
                            se escribe un texto.
De esa letra
                     irrumpen las flores
                                                        y los colores.
Navegan perfumes.
Se arma lo conocido:
                     Cueva de jeroglíficos,
                                                            claves y llaves.
La nieva cae,
                        hace contacto
                                                 y desaparece.

Navegando


Como aquella dalia
que presagiaba el futuro…
Cada flor me dona una poesía.
Tanto tiempo me llevó
retornar a lo más simple,
animarme con lo más soñado,
desamarrar la palabra
de los asfixiantes muelles de la cordura.
Entregarme al vértigo
de las aguas profundas.
Una voz azul me habita
viene del mar,
me besa, me enciende, y me calma. 

Champagne y té.


Se armó un eco de palabras y besos.
Alguien, me invitó al tablero de un juego antiguo.
Se alternaban jugadas tímidas con jaques.
El aire se enrarecía y yo lidiaba con la confusión.
Él bebía, yo me embriagaba.
El encuentro estalló con una erótica casi tierna;
unas pocas preguntas, todo tanteo; placer y miradas
Algo recuperé y algo olvidé.
Fue un buen juego. Lo evoco con alegría,
aún con el sabor de lo confuso.

ITALIA


Borrachera en los ojos
que se ancla en el alma.
Superficies y texturas
pinceladas con colores,
y la suma del milagro
de tanto “muratore”.
Conjunción de natura y cultura
arman una desmesura de belleza.
Trepar tu tierra
es beber el conjuro
de la hermosura y la tragedia.
Sellé una huella en tu arena,
la que deambula en mi sangre
impulsando su cauce.

Sin nombre.


Una bola dorada
                               pendida de unas hojas blancas.
Convoca la mirada,
                               le pone tregua a mi angustia.
Dorada y redonda como el sol,
                               pequeña  y escondida como yo.
Quieta, expectante,
                               suspendiendo su don de movimiento.
Algo está diciendo,
                               comienzo a comprender
                                              aunque no quiero nombrarlo.



Dieciséis versos para una cincuentena.



¿Dónde hallaré el verbo que haga letra mi sentimiento?
Desde lejos se anudan los vientos y hacen simiente,
me habitan los verdes, me expanden, me nutren,
se enredan el cansancio y el entusiasmo.
El sol está tibio, desoye las prisas,
algunos huesos insisten en hablar.
Un puñado de hechos me escolta, y murmuran.
Los contornos de las cosas se han vuelto difusos,
los engaños revolotean, ya los reconozco.
Aprendí que la sed se quita con agua dulce.
No es cierto que los ojos no sepan mentir,
las frases más trilladas anuncian verdades.
Cuando el dolor cicatriza, queda inscripto.
Mis manos dibujan el mapa de esta cincuentena.
La vieja caracola se presenta, aún me dicta.
La tinta es el embrujo que me hace ser  y deshacer.



En la ruta.


Otra mañana florece.
La noche desgranó recuerdos y fantasías.
Tus palabras arden en mi piel,
me renacen, me abren las alas.
Torpemente buscamos un cauce.
Poco sé, y el desconcierto poco me importa.
Cuando la emoción se enciende,
una marejada se alza en mi sangre
que ahoga la razón y me impulsa.
No sé de estrategias, ni busco aprenderlas;
me entrego fielmente a mis torpezas,
convencida de que en la irracionalidad
se oculta la plenitud.
Es con vos y más allá de vos,
es conmigo y más allá de mí;
es la vida, es lo que fue,
lo que es, lo que nos dejará
cuando ya haya sido.




Decires






Me ahogan las palabras.
Como marea embravecida
se ensancha la prisa
                   hasta el delirio.
Una fuerza incontenible
                   me enreda.
Es una voz en la que confluyen
                   otras voces.
Es una vid que se nutre
                   en lo lejano,
me marea con su fruto,
                   y me lanza.
Digo, escribo, leo...
                   nada basta;
en cada luna, esa fuerza
                   renace y canta.