Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

domingo, 25 de marzo de 2012

Del ayer, para siempre.

Es como un arrullo que vuelve,
                                              me mece.
Son las voces de la infancia,
los aromas perdurables,
las miradas de confianza,
los rincones familiares,
los inventos y tesoros,
los anuncios repetidos:
a la mesa;
a hacer la tarea;
a guardar los juguetes;
a lavarse los dientes;
es hora de rezar;
y ahora, a dormir...
No se trata de recuerdos.
son compañías de cada día.
La vida me dejo crecer 
en abundancia de la buena,
entre mimos y palabras,
caricias y sorpresas,
ojos plenos de amor
y abrazos abrigados.
No se trata de recuerdos,
son las células que me constituyen,
me dan esencia y fuerza,
me hacen ver, y
me permiten ser. 



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