Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Condenados en el Presidio de Ushuaia... Se les escucha diciendo...

El  frío escala los muros.
El horror ahuyenta hasta al sol.
Adentro, el horizonte está
al alcance de la mano;
afuera, aguarda la esclavitud.
Las orillas se estrechan
y aplastan toda esperanza.
Todo es condena:
no hay mirada,
ni aire, ni color.
La ausencia es infinita,
el dolor es la promesa.
Lo bello y lo bueno
son ajenos, lejanos.


Aquella escena de nuestra historia,
bien la conservan los hielos sureños;
documentan lo siniestro.

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