El frío escala los muros.
El horror ahuyenta hasta al sol.
Adentro, el horizonte está
al alcance de la mano;
afuera, aguarda la esclavitud.
Las orillas se estrechan
y aplastan toda esperanza.
Todo es condena:
no hay mirada,
ni aire, ni color.
La ausencia es infinita,
el dolor es la promesa.
Lo bello y lo bueno
son ajenos, lejanos.
Aquella escena de nuestra historia,
bien la conservan los hielos sureños;
documentan lo siniestro.
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En lo sinisestro hallamos un pizca de belleza. Precioso, Gra!
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