Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

sábado, 31 de marzo de 2012

Poder "espiar"en la sensibilidad de un Maestro es un hecho fascinante. Conocer sus rasgos más humanos y mundanos, pareciera acercarnos a una familiaridad que gratifica. 
Hay personas que modificaron el rumbo de la vida, en alguna medida. Freud abrió una puerta vedada, en un momento histórico sumamente hostil. Fue capaz de brindar-se sin mezquindades intelectuales, se expuso personal y profesionalmente, siendo fiel a sus convicciones tanto como a sus sospechas. Este último aspecto
-creo- que impulsó con una fuerza arrolladora sus acciones.
El abrir su mirada y percepción a aquello que circunda al mundo de la lógica establecida, implica el hallazgo de un camino de auténtico desarrollo y crecimiento.  

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