He visto a una niña sufrir.
La pena se le hunde en el pecho.
Hubo un suspiro
que interrumpió su llanto:
"extraño a mi Papá".
Ay, si pudiera yo quitarte
el dolor.
Si lograra rescatar la caricia que te dé
el consuelo.
Sólo puedo sostener tu cuerpo
en este abrazo.
Acompañarte en la búsqueda
de la calma.
El dolor no puede quitártelo
nadie.
A la angustia no hay palabra
que la desaloje.
Niña en pena, la vida te quiebra
hoy.
Te prometo que mañana te encontrará
entera.
Sabes querida amiga que estas palabras tienen mucho significado para mi. Pues, casi veintidós años después me encuentro tan vulnerable como aquel primer día...
ResponderEliminarLo sé y me duele tu dolor. También sé que la intensidad de tu pena es proporcional a la dicha que te regaló su presencia y que te habitará por siempre.
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