Qué regocijo recibir un "te quiero".
La vida y sus exigencias despiadadas
nos meten de bruces en un hermetismo,
ciego, torpe, sin sentido.
Un amigo me regala una palabra honesta,
me abriga en un sentimiento antiguo, noble.
Qué buena cosa recordar lo importante:
el afecto, y su cadena de bienestar,
de buen hacer, de buen decir,
de bendecir.
Las bendiciones se elevan,
reciben santificación y retornan
en haceres azulados, con tintes dorados.
Como una rosa recibe el rocío,
recibí tus palabras.
Como el río obedece su cauce,
te digo ¡gracias Amigo!
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