Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

miércoles, 20 de junio de 2012

Como el rocío

Qué regocijo recibir un "te quiero".
La vida y sus exigencias despiadadas
nos meten de bruces en un hermetismo,
ciego, torpe, sin sentido.
Un amigo me regala una palabra honesta,
me abriga en un sentimiento antiguo, noble.
Qué buena cosa recordar lo importante:
el afecto, y su cadena de bienestar,
de buen hacer, de buen decir, 
de bendecir.
Las bendiciones se elevan,
reciben santificación y retornan
en haceres azulados, con tintes dorados.
Como una rosa recibe el rocío, 
recibí tus palabras.
Como el río obedece su cauce,
te digo ¡gracias Amigo!

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