Sonaba un olé,
entre palmas libres
y lágrimas ocultas
rodaba el cante.
Lamento, quiebre,
talones firmes,
el mantón cubriendo
el dolor.
La espalda en luna,
la mirada partida,
los palillos ardiendo,
la voz en aullido.
El penar del linaje,
los gritos de la ausencia,
la obsesión de la dicha,
Andalucía con toda su gitanería...
El tablao eterno
con la sangre de Federico.
Un toro ciego,
un capote encendido.
Olé... en la piel,
en los huesos,
en los ríos y
las esquinas.
Ayes inconclusos
se agolpan.
Un moro espía,
su sombra crece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
...