Avanza la vida,
por momentos veo tan claro,
que me asusto.
Tal vez, los claros
sean oasis,
o certezas.
Pues lo permanente,
lo inequívoco,
es lo incierto.
¿Quién puede asir lo cierto?
¿Quién le conoce el rostro a la verdad?
El mundo está cercado
de anuncios y promesas,
de falsas revelaciones.
Sólo trampas, sin inocencias.
Los grandes, los creíbles,
aceptan y afirman
la relatividad,
la vulnerabilidad.
Hay un puñado de verdades
universales,
las que están escritas en todas
las sangres.
Luego,
todo arena,
todo riesgo.
Pareciera ser ésta la consistencia
del hilo con el que se teje
la existencia.
Cada vuelta del tejido
trae emociones:
esa química huracanada
que se impone, y se burla
de la razón.
Millones de ilustres
siguen sin poder definir
la vida.
Señal que la vida,
se vive.
Todo cuanto se piense
en torno a ella,
será escaso.
Este fracaso: el mayor acierto,
es la compleja y fascinante
condena.
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