Una y otra vez.
Aislada por un impulso,
retorno a la paz de mi soledad.
Esa tregua generosa
que aleja los ruidos,
sosiega la carrera:
menta, chocolate y té,
lavandas en mi mesa;
tras la ventana, el mundo.
De este lado: quietud...
¿Qué habrá de cierto en el reloj?
Suceden los días,
la luna los corona
y la vida, circula.
Mucho desconfío si el sentido
lo marca el reloj.
Adelante y atrás,
ayer, hoy y mañana
lucen sujetos a otra lógica;
esa que nos envuelve en enigmas,
nos naufraga y nos rescata,
nos enreda en los caprichos
de sus corrientes.
La mayor certeza
es la incertidumbre.
Tanto desconcierto
enciende la fascinación.
Sentimos una promesa activa,
vamos tras ella
pariendo fuerzas,
nos elevamos y nos caemos.
Continuamos, el camino empuja.
Tal vez, el tiempo es mentira,
mero invento,
hay un continuo más complejo,
una extensa red con leyes propias
que nos agita y nos confunde.
Puedo ver un poco más claro,
de tanto en tanto,
sobre el papel,
dibujo rutas
y parafraseos.
Lejos del reloj hallo calma,
trazo mi juego y buceo
en el placer de mi locura:
lo que me hace ser en el decir.
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