Niño limpia-vidrios
Hubo una luna entera,
blanca, con caprichos de color plata.
Un cielo colmado de estrellas
y... a mucha distancia de ellas
unos pies pequeños, descalzos,
lastimados de andar sobre tanta piedra.
Se adentraba en la noche urbana,
dirigía su mirada -ya envejecida-
a vidrios que sólo lo espejaban.
Hilaba la frustración de la indiferencia,
no podía preguntarse;
si se entera se desmorona.
Aceptaba y perpetuaba una condena,
sin poder pensar-se.
¿Por qué no pueden sus ojos ver la luna?
¿Por qué no le dejan al niño soñar con las estrellas?
Si se entera se desmorona.
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