De frutos...
Si el árbol es salvaje
sus frutos sólo adornan,
no pueden comerse,
porque no alimentan,
y porque dañan.
Es necesario para la supervivencia
distinguir el fruto noble.
La experiencia de Adán no es la propia,
vuelve uno a la incesante cadena
de hincar el diente en la manzana.
A veces nos deleita el azúcar,
otras nos asquea la hiel.
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