Está sediento de alegría,
la rutina no cesa de hacerle surcos.
Cada mañana remonta la vida,
desoye las penas, y
vuelve al campo.
De camino, le habla a su yegua,
ella lo agita con el trote,
quiere sacudirle la tristeza.
Unos pocos recuerdos
lo animan a esperar un poco más.
Podría ocurrir que vuelva...
Cuando el día acaba,
en el retorno a la casa:
la ausencia lo espera.
La esperanza flaquea,
pero el sueño lo envuelve,
y es allí donde la encuentra.
Siempre, todas sus noches
ella lo abraza, lo besa.
Y en la mañana,
la crueldad del despertar,
aniquila el ensueño,
lo apura a la realidad.
¡Ay! hombre fiel...
tu amor es ausencia,
tu entrega la siembra,
y tu único consuelo:
la magia de cada luna.
viernes, 22 de junio de 2012
miércoles, 20 de junio de 2012
Como el rocío
Qué regocijo recibir un "te quiero".
La vida y sus exigencias despiadadas
nos meten de bruces en un hermetismo,
ciego, torpe, sin sentido.
Un amigo me regala una palabra honesta,
me abriga en un sentimiento antiguo, noble.
Qué buena cosa recordar lo importante:
el afecto, y su cadena de bienestar,
de buen hacer, de buen decir,
de bendecir.
Las bendiciones se elevan,
reciben santificación y retornan
en haceres azulados, con tintes dorados.
Como una rosa recibe el rocío,
recibí tus palabras.
Como el río obedece su cauce,
te digo ¡gracias Amigo!
La vida y sus exigencias despiadadas
nos meten de bruces en un hermetismo,
ciego, torpe, sin sentido.
Un amigo me regala una palabra honesta,
me abriga en un sentimiento antiguo, noble.
Qué buena cosa recordar lo importante:
el afecto, y su cadena de bienestar,
de buen hacer, de buen decir,
de bendecir.
Las bendiciones se elevan,
reciben santificación y retornan
en haceres azulados, con tintes dorados.
Como una rosa recibe el rocío,
recibí tus palabras.
Como el río obedece su cauce,
te digo ¡gracias Amigo!
Partida
La vida que se inició
en la lejanía del tiempo,
en el extremo de una tierra
de embrujos, saberes ocultos,
y días de milagros.
¡Tanto andado!
qué de lo soñado,
de lo postergado,
de lo perdido.
QUÉ
Hay un sitio
que no sé nombrar;
que todo lo almacena,
que hace balances,
compensaciones...
No todo queda en armonía.
Entre cargas y descargas,
en plena distracción,
cae la arena en el reloj.
Se desvanece el castillo,
se hace visible el origen.
Es una presencia arcaica,
con traje nuevo;
invade,
nada la calla.
Me mira, sé que espera
mi palabra.
Sólo diré:
Sabía de tu llegada.
No me pidas más palabras.
en la lejanía del tiempo,
en el extremo de una tierra
de embrujos, saberes ocultos,
y días de milagros.
¡Tanto andado!
qué de lo soñado,
de lo postergado,
de lo perdido.
QUÉ
Hay un sitio
que no sé nombrar;
que todo lo almacena,
que hace balances,
compensaciones...
No todo queda en armonía.
Entre cargas y descargas,
en plena distracción,
cae la arena en el reloj.
Se desvanece el castillo,
se hace visible el origen.
Es una presencia arcaica,
con traje nuevo;
invade,
nada la calla.
Me mira, sé que espera
mi palabra.
Sólo diré:
Sabía de tu llegada.
No me pidas más palabras.
martes, 19 de junio de 2012
De abismos y rescates ( T )
Salta la pregunta,
alguien ataja,
retiene,
y ensaya una respuesta.
En el circuito
hay un ser en danza.
Se marea,
se confunde,
no comprende.
Queda escrito en el silencio
y en el bullicio,
lo que su alma no sabe gritar.
¡Ay! la cura...
dejame entrar en tu laberinto.
alguien ataja,
retiene,
y ensaya una respuesta.
En el circuito
hay un ser en danza.
Se marea,
se confunde,
no comprende.
Queda escrito en el silencio
y en el bullicio,
lo que su alma no sabe gritar.
¡Ay! la cura...
dejame entrar en tu laberinto.
A pesar de la grieta
Eran los días que llegaban
después de los otros días.
Eran las noches que se encadenaban
en las viejas sombras.
Sólo el letargo,
el rumbo entrampado.
Todas las voces
sonaban idénticas.
Todas las manos,
frías.
Algo ocurrió:
un retorno,
sin más,
sin menos.
Como la marea,
cuando lleva a la playa
algo inesperado...
Así, cabalgando en un murmullo,
llegó.
después de los otros días.
Eran las noches que se encadenaban
en las viejas sombras.
Sólo el letargo,
el rumbo entrampado.
Todas las voces
sonaban idénticas.
Todas las manos,
frías.
Algo ocurrió:
un retorno,
sin más,
sin menos.
Como la marea,
cuando lleva a la playa
algo inesperado...
Así, cabalgando en un murmullo,
llegó.
lunes, 11 de junio de 2012
Estaba frente al Paraná, el Monumento a la Bandera se elevaba desde
su proa, abriendo la nave de la ciudad. Rosario condensa tanta historia,
nacional y personal. En esa tierra confluyen improntas que hacen a mi
identidad. La primera bandera, el primer símbolo que sellaba un deseo plasmado
en lucha, sangre, inteligencia, fortaleza. Belgrano con su genio y su bravía
“desobediencia”, desde aquellas costas nos abrió un camino de conquista, de
apropiación del Ser. Todo ser se encuentra inserto en un ser colectivo; más
allá de los límites de la existencia propia está “lo otro”, y en gran medida,
ese otro es también lo propio, en tanto es
lo nuestro.
Ayer, respirando Rosario, imaginaba cómo sería una charla de
Belgrano, o San Martín, o Moreno, con nuestros políticos actuales. Cómo
analizarían ellos hoy la línea de tiempo que une aquellos aguerridos pasos
fundacionales a éstos, los que hoy nos hamacan en una compleja realidad (no
menor a la de entonces). ¿Qué nos dirían los hombres y mujeres de aquel pueblo
naciente a los ciudadanos de hoy?
Lo primero que imagino, es que aquellos tenían más capacidad de
diálogo que nosotros, más entrega a la causa colectiva de ser libres, y
–sobretodo- mayor compromiso.
El individualismo nos devora, y no es metáfora, nos fagocitamos y
nos reinventamos en discursos vacíos y arengas deshonestas que nos manipulan
hacia la Nada. Y …
allá vamos ¿adónde? Ese tendría que ser el eje de la conversación que fantaseo,
en un encuentro entre nuestro pasado y nuestro presente. Tal vez, la gran diferencia
(sin idealizaciones tontas), consiste en que en el pasado histórico diseñaban
el presente con miras al futuro. Hoy, el presente es el soberano, y el futuro
se reduce a meros enunciados.
Nos rige lo urgente, corremos tras la emergencia, y el horizonte no
sabemos si está lejos o cerca, porque no lo buscamos. Nos perdemos en la
inmediatez de las múltiples pantallas y en la noticia diaria. Lo anecdótico se
vuelve centro, mientras lo esencial continúa esperando.
La palabra que “me” ronda es DIGNIDAD… Los laureles que “supieron”
conseguir… están en nuestras manos.
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