Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

viernes, 29 de marzo de 2013

En la rueda

Rodamos sobre las curvas de esta esfera,
nos aferramos y nos caemos,
reímos, lloramos, gemimos, 
rodamos, rodamos. 
Es la interrogación lo que no cesa, 
se repite en cada existencia,
aulla en las sombras,
alborota los humores en los cuerpos.
¿Desde dónde abordar la vida?
El estar impone una insistencia.
Despertar o dormir
podría ser una decisión;
pero trae adherencias.
Puede uno navegar
en aguas claras o turbias,
en ambas habrá escollos.
Toda travesía trae fatiga:
al arribar, alegría;
al partir, desconsuelo.

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