Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

martes, 14 de enero de 2014

Verde negrura

Asoma en el jardín.
Su cabeza de monstruo
se eleva entre los helechos.
Su eje frágil engaña.
Los ojos voluminosos
segmentan el movimiento.
Las patas aferradas
se nutren tierra abajo.
Los sonidos como
de roca contra roca,
¡atormentan! 
Los brazos ... ¿los brazos?
¿dónde están sus brazos?

Sumo corajes parciales,
camino en la oscuridad,
tiemblo, pero avanzo;
casi llego:
               ¡no hay monstruo!
Sólo se trata de una palmera
enredada entre otras plantas.
Lo demás lo hizo el viento,
                la oscuridad,
                         mi visión borrosa,
                                    mi laberinto norte.
Qué locura rodó
esta noche en el jardín.
Un instante de pánico
aligeró mi sangre.
Qué locura rodó
esta noche dentro de mí.

Fantasma,
               con ambición de monstruo...

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