Asoma en el jardín.
Su cabeza de monstruo
se eleva entre los helechos.
Su eje frágil engaña.
Los ojos voluminosos
segmentan el movimiento.
Las patas aferradas
se nutren tierra abajo.
Los sonidos como
de roca contra roca,
¡atormentan!
Los brazos ... ¿los brazos?
¿dónde están sus brazos?
Sumo corajes parciales,
camino en la oscuridad,
tiemblo, pero avanzo;
casi llego:
¡no hay monstruo!
Sólo se trata de una palmera
enredada entre otras plantas.
Lo demás lo hizo el viento,
la oscuridad,
mi visión borrosa,
mi laberinto norte.
Qué locura rodó
esta noche en el jardín.
Un instante de pánico
aligeró mi sangre.
Qué locura rodó
esta noche dentro de mí.
Fantasma,
con ambición de monstruo...
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