Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

lunes, 1 de abril de 2013

Ríos como venas



Un día mi padre me dijo: "Yo creo que los ríos son como las venas de la Tierra".

Mirando el Paraná, recordé esa frase... y pensé  ¡¡¡Qué bendecida está nuestra geografía en venas!!!

Esas venas que renuevan la tierra,
que traen y llevan nutrientes
tendiendo redes entre 
norte, sur, este y oeste.
Hermanan, igualan, acercan
pueblos y pobladores.
Cicatrizan heridas
que las sequías dejan.
Caudales que reinventan
la vida y la energía.
Surcos profundos de enigmas.
Arcones sellados de historias.
Documentos secretos de mutaciones.
Los ríos dibujan nuestras geografías,
nos marcan los caminos
y donde ellos terminan,
nos aguardan para mecernos
en sus orillas...
Los ríos pueden llevar
prisa o calma;
abundancia o escasez.
Los ríos -dice mi padre-
son como las venas de la Tierra. 



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