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¡Ay, Caperucita!! ¡Qué miedo me da ese lobo malo! Cuántas veces sentí cerca su aliento en las noches de mi infancia. Cuánta razón tenía tu madre... si te desvías del camino que ella te indica, un susto espantoso te darás. El buen camino es de mamá a la abuela, y de la abuela a mamá. Mirar lo masculino es riesgo de muerte, y seguir su voz es caer en sus garras... Caperucita, no te distraigas, eres una niña; tu deber es no oír, no mirar, no saber; sólo tu madre te dará el "alimento" del conocimiento, el que le dio su madre... Ese es tu destino, transportar ese alimento; y si te alejas del mandato... aaaaahhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!! Pánico te espera, soledad, angustia, desesperación y ¡culpa!; culpa, Niña, culpa. Ese sabor no te lo quita nadie. No te distraigas Caperucita, lo tuyo es la obediencia.
Con el tiempo, supe que la pobre Caperucita fue inventada para convidar sus pastelitos a todas las niñitas en crecimiento, y así inocularlas con el antídoto del enamoramiento precoz. Sólo así las madres y las abuelitas pueden ocuparse de sus tareas. En el bosque el lobo merodea... Por suerte que el leñador siempre está dispuesto a socorrer las emergencias. Así comeremos perdices y seremos felices!!! aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh |
Crecimos amasando imágenes de Caperucita...
De las más variadas versiones, echaron mano para darle forma a nuestra obediencia.
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