Verde negrura

Asoma en el jardín.
Su cabeza de monstruo
se eleva entre los helechos.
Su eje frágil engaña.
Los ojos voluminosos
segmentan el movimiento.
Las patas aferradas
se nutren tierra abajo.
Los sonidos como
de roca contra roca,
¡atormentan! 
Los brazos ... ¿los brazos?
¿dónde están sus brazos?

Sumo corajes parciales,
camino en la oscuridad,
tiemblo, pero avanzo;
casi llego:
               ¡no hay monstruo!
Sólo se trata de una palmera
enredada entre otras plantas.
Lo demás lo hizo el viento,
                la oscuridad,
                         mi visión borrosa,
                                    mi laberinto norte.
Qué locura rodó
esta noche en el jardín.
Un instante de pánico
aligeró mi sangre.
Qué locura rodó
esta noche dentro de mí.

Fantasma,
               con ambición de monstruo...

Copla de una estrella

Mi niño atrapó una estrella!!!! 
Gritó la madre su alegría,
en la noche,
                   en la arena.
El pequeño abrió la mano
y dijo:
          toma mi estrella.
El aire de noche azul,
la mar de aguas inquietas,
armaron la copla:
...es mi estrella,
                    es mi niño;
es mi madre,
                    es mi cielo.
Entre tu mano y la mía
una estrella brilla
¡¡¡ay, mi niño!!!

A las escondidas!!! queda dicha la existencia

En un campo poblado de historias abrí un camino nuevo, que se bifurca de uno muy antiguo. A medida que camino quedo enredada en extrañas ramas de unos árboles que se hamacan en vientos de otros tiempos. Juego al desenredo, y descubro lazos que asoman y se esconden. Se arma una danza que crea un circuito de rumbos anunciados en mis venas. Todo es mareo, el cuerpo gira dejando mi yo afuera, excediendo mi conciencia...
¿Hacía dónde voy? ¿Quién me lleva? no importa ya la razón, ni las causas. En esta inercia siento que existo, en esta locura saboreo la vida.

En un campo me pueblo, me extiendo... soy en quienes fueron, diseño un trazo y, existo.