Azul era el color de la tinta con el que experimenté la plenitud de las primeras letras reconocibles por los otros, y respetadas por el sistema socio-escolar. Azul intenso es el cielo por las noches cuando insinúa silenciosamente la grandeza de lo sencillo. Azul es el océano, único arcón abierto… juego del tesoro que nadie termina de descubrir. Azul se me figura el color de la caricia. Entre el cielo y el mar el azul flota, se choca, a la Tierra toda se expande. En azul veo navegar la poesía, vertiente nutricia que reinventa la vida, la ilusión y el sentir. Azul veo la línea que une los enigmas, el hilo que teje la causa. Azul siento el aire que me sostiene. Azul el Mediterráneo y el Atlántico… Azul es el color de Venezia. Azul se me vuelve título del Todo.

sábado, 10 de mayo de 2014

Un punto

 Foto de Salvatore Marrari              

Aquella inmensidad le ofrecía expansión
a su soledad.
El silencio infinito lo mecía.
Un lugar de la Tierra
que lo acercaba 
                         al cielo.
Inacabadas horas
tejiendo expectativas efímeras.
Mareas, peces;
promesas, ensueños.
Y una voz...
                el presente retándolo:
con o sin pescado,
la noche llegará, y
con ella el frío.
El agua se hará
                       oscuridad.
La roca ya no será
                       continente.
Cuál sería su rumbo
                       entonces.
¿Habrá morada
                       donde asirse?







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